El parasimpático

18,00

El dedo de Colón al final de las Ramblas señala hacia la tumba de su madre en Rosario, Argentina. Las cotorras, que también han cruzado el océano, ahora interrumpen el diálogo del poeta con sus difuntos:

 

“¿Por qué llorás?” / “¿No ves que estoy
pelando remolachas?” / “Pero es la cebolla
lo que hace llorar, mami.” / “Ah, cuando
estás muerta también te hace
llorar la remolacha.”

 

El parasimpático pertenece al río Paraná y a las aguas eternas que recorren el Hades. Pero en sus poemas también se encuentra el consuelo del arte —y es un consuelo mordaz. Porque Dobry es de los que consideran el sentido del humor como un color imprescindible en el espectro de los versos.

“Lo único que existe es la simultaneidad de todas las escrituras, el momento en que escribes es exactamente el momento en que está escribiendo Homero, Shakespeare, el poeta Carrera, mi contemporáneo Roberto Bolaño, Idea Vilariño, Edgardo Dobry, todos.” Raúl Zurita, Un mar de piedras

 

El parasimpático

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